A las seis y cuarto suena el despertador. Todavía dormido, le digo a Alexa[1] que prenda el aire acondicionado en treinta y seis grados porque durante la noche tuve frío y, al salir de la ducha, quiero estar calentito.
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A las seis y cuarto suena el despertador. Todavía dormido, le digo a Alexa[1] que prenda el aire acondicionado en treinta y seis grados porque durante la noche tuve frío y, al salir de la ducha, quiero estar calentito.
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