Cuando hablamos de IA (Inteligencia Artificial), en general hablamos de la capacidad de un sistema para interpretar correctamente datos externos, para aprender de dichos datos y emplear esos conocimientos para lograr tareas y metas concretas a través de una adaptación flexible. La generación de “algoritmos” que hoy permite tener conversaciones con personas a través de los “chatbots” o la realización de “inventarios”, “informes” e incluso hasta la redacción de “textos jurídicos”, nos pone frente a una situación compleja para analizar y en la cuál debemos ver en su extensión si la legislación que hoy nos rige contempla o mantiene una
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